martes, 27 de abril de 2010
SELECCIÓN GALEGA EN CAMARIÑAS
SELECCIÓN GALEGA EN CAMARIÑAS
viernes, 23 de abril de 2010
O PATRÓN DE CAMARIÑAS
San Xurxo foi un mártir romano que, segundo a lenda, venceu a un dragón para salvar a unha princesa. Foi martirizado nas persecucións dos romanos contra os cristiáns. Adquiriu unha grande fama como santo guerreiro (por iso venlle coma anel o dedo este patrón o pobo, polo caracter das xentes), sobre todo na Idade Media e é o patrón de numerosos lugares. En España existen diversas lendas que o vinculan con victorias logradas polos cristiáns ante os musulmáns na Reconquista. Esta imaxe representa este momento. O santo aparece armado como un cabaleiro a lombos dun cabalo branco. Aproveitando que celebramos o patrón de Camariñas, deixovos a lenda de San Xurxo e o dragón, quizás moitos xa a sabedes, pero para os que non a saben e un conto curioso e bonito de contar os fillos cando son pequenos... En cierta ocasión llegó San Jorge a una ciudad llamada Silca, en la provincia de Libia. Cerca de la población había un lago tan grande que parecía un mar donde se ocultaba un dragón de tal fiereza y tan descomunal tamaño, que tenía atemorizadas a las gentes de la comarca, pues cuantas veces intentaron capturarlo tuvieron que huir despavoridas a pesar de que iban fuertemente armadas. Además, el monstruo era tan sumamente pestífero, que el hedor que despedía llegaba hasta los muros de la ciudad y con él infestaba a cuantos trataban de acercarse a la orilla de aquellas aguas. Los habitantes de Silca arrojaban al lago cada día dos ovejas para que el dragón comiese y los dejase tranquilos, porque si le faltaba el alimento iba en busca de él hasta la misma muralla, los asustaba y, con la podredumbre de su hediondez, contaminaba el ambiente y causaba la muerte a muchas personas. |
-Os doy todo mi oro y toda mi plata y hasta la mitad de mi reino si hacéis una excepción con mi hija. Yo no puedo soportar que muera con semejante género de muerte.
El pueblo, indignado, replicó:
-No aceptamos. Tú fuiste quien propusiste que las cosas se hicieran de esta manera. A causa de tu proposición nosotros hemos perdido a nuestros hijos, y ahora, porque le ha llegado el turno a la tuya, pretendes modificar tu anterior propuesta. No pasamos por ello. Si tu hija no es arrojada al lago para que coma el dragón como lo han sido hasta hoy tantísimas otras personas, te quemaremos vivo y prenderemos fuego a tu casa.
En vista de tal actitud el rey comenzó a dar alaridos de dolor y a decir:
-¡Ay, infeliz de mí! ¡Oh, dulcísima hija mía! ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo alegar? ¡Ya no te veré casada, como era mi deseo!
Después, dirigiéndose a sus ciudadanos les suplicó:
-Aplazad por ocho días el sacrificio de mi hija, para que pueda durante ellos llorar esta desgracia.
El pueblo accedió a esta petición; pero, pasados los ocho días del plazo, la gente de la ciudad trató de exigir al rey que les entregara a su hija para arrojarla al lago, y clamando, enfurecidos, ante su palacio decían a gritos:
-¿Es que estás dispuesto a que todos perezcamos con tal de salvar a tu hija? ¿No ves que vamos a morir infestados por el hedor del dragón que está detrás de la muralla reclamando su comida?
Convencido el rey de que no podría salvar a su hija, la vistió con ricas y suntuosas galas y abrazándola y bañándola con sus lágrimas, decía:
-¡Ay, hija mía queridísima! Creía que ibas a darme larga descendencia, y he aquí que en lugar de eso vas a ser engullida por esa bestia. ¡Ay, dulcísima hija! Pensaba invitar a tu boda a todos los príncipes de la región y adornar el palacio con margaritas y hacer que resonaran en él músicas de órganos y timbales. Y ¿qué es lo que me espera? Verte devorada por ese dragón. ¡Ojalá, hija mía, -le repetía mientras la besaba- pudiera yo morir antes que perderte de esta manera!
La doncella se postró ante su padre y le rogó que la bendijera antes de emprender aquel funesto viaje. Vertiendo torrentes de lágrimas, el rey la bendijo; tras esto, la joven salió de la ciudad y se dirigió hacia el lago. Cuando llorando caminaba a cumplir su destino, san Jorge se encontró casualmente con ella y, al verla tan afligida, le preguntó la causa de que derramara tan copiosas lágrimas.
La doncella le contestó:
-¡Oh buen joven! ¡No te detengas! Sube a tu caballo y huye a toda prisa, porque si no también a ti te alcanzará la muerte que a mí me aguarda.
-No temas, hija –repuso san Jorge-; cuéntame lo que te pasa y dime qué hace allí aquel grupo de gente que parece estar asistiendo a algún espectáculo.
-Paréceme, piadoso joven –le dijo la doncella- que tienes un corazón magnánimo. Pero, ¿es que deseas morir conmigo? ¡Hazme caso y huye cuanto antes!
El santo insistió:
-No me moveré de aquí hasta que no me hayas contado lo que te sucede.
La muchacha le explicó su caso, y cuando terminó su relato, Jorge le dijo:
-¡Hija, no tengas miedo! En el nombre de Cristo yo te ayudaré.
-¡Gracias, valeroso soldado! –replicó ella- pero te repito que te pongas inmediatamente a salvo si no quieres perecer conmigo. No podrás librarme de la muerte que me espera, porque si lo intentaras morirías tú también; ya que yo no tengo remedio, sálvate tú.
Durante el diálogo precedente el dragón sacó la cabeza de debajo de las aguas, nadó hasta la orilla del lago, salió a tierra y empezó a avanzar hacia ellos. Entonces la doncella, al ver que el monstruo se acercaba, aterrorizada, gritó a Jorge:
-¡Huye! ¡huye a toda prisa, buen hombre!
Jorge, de un salto, se acomodó en su caballo, se santiguó, se encomendó a Dios, enristró su lanza, y, haciéndola vibrar en el aire y espoleando a su cabalgadura, se dirigió hacia la bestia a toda carrera, y cuando la tuvo a su alcance hundió en su cuerpo el arma y la hirió. Acto seguido echó pie a tierra y dijo a la joven:
-Quítate el cinturón y sujeta con él al monstruo por el pescuezo. No temas, hija; haz lo que te digo.
Una vez que la joven hubo amarrado al dragón de la manera que Jorge le dijo, tomó el extremo del ceñidor como si fuera un ramal y comenzó a caminar hacia la ciudad llevando tras de sí al dragón que la seguía como si fuese un perrillo faldero. Cuando llegó a la puerta de la muralla, el público que allí estaba congregado, al ver que la doncella traía a la bestia, comenzó a huir hacia los montes dando gritos y diciendo:
-¡Ay de nosotros! ¡Ahora sí que pereceremos todos sin remedio!
San Jorge trató de detenerlos y de tranquilizarlos.
-¡No tengáis miedo! –les decía-. Dios me ha traído hasta esta ciudad para libraros de este monstruo. ¡Creed en Cristo y bautizaos! ¡Ya veréis cómo yo mato a esta bestia en cuanto todos hayáis recibido el bautismo!
Rey y pueblo se convirtieron y, cuando todos los habitantes de la ciudad hubieron recibido el bautismo San Jorge, en presencia de la multitud, desenvainó su espada y con ella dio muerte al dragón, cuyo cuerpo, arrastrado por cuatro parejas de bueyes, fue sacado de la población amurallada y llevado hasta un campo muy extenso que había a considerable distancia.
O PATRÓN DE CAMARIÑAS
San Xurxo foi un mártir romano que, segundo a lenda, venceu a un dragón para salvar a unha princesa. Foi martirizado nas persecucións dos romanos contra os cristiáns. Adquiriu unha grande fama como santo guerreiro (por iso venlle coma anel o dedo este patrón o pobo, polo caracter das xentes), sobre todo na Idade Media e é o patrón de numerosos lugares. En España existen diversas lendas que o vinculan con victorias logradas polos cristiáns ante os musulmáns na Reconquista. Esta imaxe representa este momento. O santo aparece armado como un cabaleiro a lombos dun cabalo branco. Aproveitando que celebramos o patrón de Camariñas, deixovos a lenda de San Xurxo e o dragón, quizás moitos xa a sabedes, pero para os que non a saben e un conto curioso e bonito de contar os fillos cando son pequenos... En cierta ocasión llegó San Jorge a una ciudad llamada Silca, en la provincia de Libia. Cerca de la población había un lago tan grande que parecía un mar donde se ocultaba un dragón de tal fiereza y tan descomunal tamaño, que tenía atemorizadas a las gentes de la comarca, pues cuantas veces intentaron capturarlo tuvieron que huir despavoridas a pesar de que iban fuertemente armadas. Además, el monstruo era tan sumamente pestífero, que el hedor que despedía llegaba hasta los muros de la ciudad y con él infestaba a cuantos trataban de acercarse a la orilla de aquellas aguas. Los habitantes de Silca arrojaban al lago cada día dos ovejas para que el dragón comiese y los dejase tranquilos, porque si le faltaba el alimento iba en busca de él hasta la misma muralla, los asustaba y, con la podredumbre de su hediondez, contaminaba el ambiente y causaba la muerte a muchas personas. |
-Os doy todo mi oro y toda mi plata y hasta la mitad de mi reino si hacéis una excepción con mi hija. Yo no puedo soportar que muera con semejante género de muerte.
El pueblo, indignado, replicó:
-No aceptamos. Tú fuiste quien propusiste que las cosas se hicieran de esta manera. A causa de tu proposición nosotros hemos perdido a nuestros hijos, y ahora, porque le ha llegado el turno a la tuya, pretendes modificar tu anterior propuesta. No pasamos por ello. Si tu hija no es arrojada al lago para que coma el dragón como lo han sido hasta hoy tantísimas otras personas, te quemaremos vivo y prenderemos fuego a tu casa.
En vista de tal actitud el rey comenzó a dar alaridos de dolor y a decir:
-¡Ay, infeliz de mí! ¡Oh, dulcísima hija mía! ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo alegar? ¡Ya no te veré casada, como era mi deseo!
Después, dirigiéndose a sus ciudadanos les suplicó:
-Aplazad por ocho días el sacrificio de mi hija, para que pueda durante ellos llorar esta desgracia.
El pueblo accedió a esta petición; pero, pasados los ocho días del plazo, la gente de la ciudad trató de exigir al rey que les entregara a su hija para arrojarla al lago, y clamando, enfurecidos, ante su palacio decían a gritos:
-¿Es que estás dispuesto a que todos perezcamos con tal de salvar a tu hija? ¿No ves que vamos a morir infestados por el hedor del dragón que está detrás de la muralla reclamando su comida?
Convencido el rey de que no podría salvar a su hija, la vistió con ricas y suntuosas galas y abrazándola y bañándola con sus lágrimas, decía:
-¡Ay, hija mía queridísima! Creía que ibas a darme larga descendencia, y he aquí que en lugar de eso vas a ser engullida por esa bestia. ¡Ay, dulcísima hija! Pensaba invitar a tu boda a todos los príncipes de la región y adornar el palacio con margaritas y hacer que resonaran en él músicas de órganos y timbales. Y ¿qué es lo que me espera? Verte devorada por ese dragón. ¡Ojalá, hija mía, -le repetía mientras la besaba- pudiera yo morir antes que perderte de esta manera!
La doncella se postró ante su padre y le rogó que la bendijera antes de emprender aquel funesto viaje. Vertiendo torrentes de lágrimas, el rey la bendijo; tras esto, la joven salió de la ciudad y se dirigió hacia el lago. Cuando llorando caminaba a cumplir su destino, san Jorge se encontró casualmente con ella y, al verla tan afligida, le preguntó la causa de que derramara tan copiosas lágrimas.
La doncella le contestó:
-¡Oh buen joven! ¡No te detengas! Sube a tu caballo y huye a toda prisa, porque si no también a ti te alcanzará la muerte que a mí me aguarda.
-No temas, hija –repuso san Jorge-; cuéntame lo que te pasa y dime qué hace allí aquel grupo de gente que parece estar asistiendo a algún espectáculo.
-Paréceme, piadoso joven –le dijo la doncella- que tienes un corazón magnánimo. Pero, ¿es que deseas morir conmigo? ¡Hazme caso y huye cuanto antes!
El santo insistió:
-No me moveré de aquí hasta que no me hayas contado lo que te sucede.
La muchacha le explicó su caso, y cuando terminó su relato, Jorge le dijo:
-¡Hija, no tengas miedo! En el nombre de Cristo yo te ayudaré.
-¡Gracias, valeroso soldado! –replicó ella- pero te repito que te pongas inmediatamente a salvo si no quieres perecer conmigo. No podrás librarme de la muerte que me espera, porque si lo intentaras morirías tú también; ya que yo no tengo remedio, sálvate tú.
Durante el diálogo precedente el dragón sacó la cabeza de debajo de las aguas, nadó hasta la orilla del lago, salió a tierra y empezó a avanzar hacia ellos. Entonces la doncella, al ver que el monstruo se acercaba, aterrorizada, gritó a Jorge:
-¡Huye! ¡huye a toda prisa, buen hombre!
Jorge, de un salto, se acomodó en su caballo, se santiguó, se encomendó a Dios, enristró su lanza, y, haciéndola vibrar en el aire y espoleando a su cabalgadura, se dirigió hacia la bestia a toda carrera, y cuando la tuvo a su alcance hundió en su cuerpo el arma y la hirió. Acto seguido echó pie a tierra y dijo a la joven:
-Quítate el cinturón y sujeta con él al monstruo por el pescuezo. No temas, hija; haz lo que te digo.
Una vez que la joven hubo amarrado al dragón de la manera que Jorge le dijo, tomó el extremo del ceñidor como si fuera un ramal y comenzó a caminar hacia la ciudad llevando tras de sí al dragón que la seguía como si fuese un perrillo faldero. Cuando llegó a la puerta de la muralla, el público que allí estaba congregado, al ver que la doncella traía a la bestia, comenzó a huir hacia los montes dando gritos y diciendo:
-¡Ay de nosotros! ¡Ahora sí que pereceremos todos sin remedio!
San Jorge trató de detenerlos y de tranquilizarlos.
-¡No tengáis miedo! –les decía-. Dios me ha traído hasta esta ciudad para libraros de este monstruo. ¡Creed en Cristo y bautizaos! ¡Ya veréis cómo yo mato a esta bestia en cuanto todos hayáis recibido el bautismo!
Rey y pueblo se convirtieron y, cuando todos los habitantes de la ciudad hubieron recibido el bautismo San Jorge, en presencia de la multitud, desenvainó su espada y con ella dio muerte al dragón, cuyo cuerpo, arrastrado por cuatro parejas de bueyes, fue sacado de la población amurallada y llevado hasta un campo muy extenso que había a considerable distancia.
lunes, 19 de abril de 2010
comentario da xornada
comentario da xornada
lunes, 12 de abril de 2010
fin de liga
fin de liga
jueves, 1 de abril de 2010
ODA AL PASE
El pase hace feliz a dos o más personas. El bote sólo a una.Para que todos disfruten con pases necesitamos un balón. Para botar, uno para cada uno.Es un continuo trasmisor de intenciones, un viaje continuado del yo al nosotros.El pase es una acción técnica pero también un medio táctico pues siempre implica una intención: la relación con los demás. Una comunicación que favorece la dinámica de grupo, la coordinación y la cooperación haciendo el juego colectivo más vistoso y rico. Es la esencia de los deportes y el trabajo en equipo. Permite aportar a cada uno y recibir de los demás.Es instrumento, herramienta, procedimiento, medio… un fundamento del juego.El equilibrio entre lo individual y lo colectivo se consigue a través y la circulación del balón. Es el canal de trasmisión donde viajan no sólo los mensajes tácticos, también los deseos y anhelos del que realiza el pase por conseguir el objeto con el cual lo hace.El pase es solidaridad, generosidad táctica, es uno más uno, la expresión máxima del «uno para todos y todos para uno». El pase da continuidad a mi acción, al pensamiento táctico de quien lo realiza que es proyectado en el compañero que lo recibe. Nos permite situar el balón donde queramos, siendo la mayoría de las veces la única forma de hacerlo. A través del pase puedo influir en espacios a los que de otra forma no podría acceder.El pase no tiene sentido sin el otro o los otros, sin su apoyo desinteresado y el ofrecimiento continuado. Da sentido al juego sin balón, pues un pase cede y comparte el protagonismo con los demás. Invita y obliga a la participación de todos y llena los vacíos entre los jugadores. Acerca distancias e inventa redes de comunicación interna que permite la densidad de relaciones en el seno del equipo y la inclusión en el juego de todos.El pase hace potencialmente más peligrosos a los demás.Es orden y disciplina, pero también creamos juego con el pase. Imaginamos, sorprendemos y engañamos al rival. Reinventamos nuestro juego y nos permite cambiar de dimensión. Pasar bien y dominar sus fundamentos técnicos y tácticos es conseguir elevar el nivel de juego, es abandonar la mediocridad para buscar la excelencia. Dominar el pasar y hacerlo con pericia también es decidir, sorprender, engañar, innovar, concentración, ambición, arriesgar, valorar, proyectar, influir, organizar…Es ética y estética. Da sentido y criterio al juego de equipo y lo hace bonito.Una asistencia en tiempo útil es medio gol. La pérdida del balón es un gol en contra.Un buen pase medio segundo después ya no existe. Nos recuerda lo difícil de la perfección y que es la excelencia es un viaje continuado sin final. No hay término medio. Sólo hay dos formas de hacer las cosas: bien o mal.Un pase hace feliz a quien lo da, quien lo recibe y a quien lo ve, pues genera una filosofía, un concepto de juego que además de desarrollarse en la cancha contagia más allá del terreno de juego y transmite su espíritu a los que observan desde fuera.Un mal pase frustra una buena jugada y su historia posterior. Rompe una idea escrita con final feliz y se convierte en drama. Por eso es mejor no preconcebir ni predecir nada y sí, anticiparse, adaptarse o retardarlo si fuera necesario. Es aquí y ahora. Un segundo después ya no existe.Un buen pase convence, te invita a creer y cohesiona el grupo. Un mal pase crea incertidumbre, hace dudar y violenta al equipo.Por todo esto y alguna cosa más debemos enseñar bien a pasar. No a repetir un gesto, y sí a construir toda una filosofía de cómo entender y comprender a jugar en un deporte de equipo.Cuando Jordan llegó a los Chicagos Bull y le pregunto a Phill Jackson «que quería de él», éste le contesto: «Que hagas jugar a los demás». Qué magnífica lección de pase del un entrenador a uno de sus pupilos. Y parece que Michael aprendió.
By Luis Carlos Torrescusa
ODA AL PASE
El pase hace feliz a dos o más personas. El bote sólo a una.Para que todos disfruten con pases necesitamos un balón. Para botar, uno para cada uno.Es un continuo trasmisor de intenciones, un viaje continuado del yo al nosotros.El pase es una acción técnica pero también un medio táctico pues siempre implica una intención: la relación con los demás. Una comunicación que favorece la dinámica de grupo, la coordinación y la cooperación haciendo el juego colectivo más vistoso y rico. Es la esencia de los deportes y el trabajo en equipo. Permite aportar a cada uno y recibir de los demás.Es instrumento, herramienta, procedimiento, medio… un fundamento del juego.El equilibrio entre lo individual y lo colectivo se consigue a través y la circulación del balón. Es el canal de trasmisión donde viajan no sólo los mensajes tácticos, también los deseos y anhelos del que realiza el pase por conseguir el objeto con el cual lo hace.El pase es solidaridad, generosidad táctica, es uno más uno, la expresión máxima del «uno para todos y todos para uno». El pase da continuidad a mi acción, al pensamiento táctico de quien lo realiza que es proyectado en el compañero que lo recibe. Nos permite situar el balón donde queramos, siendo la mayoría de las veces la única forma de hacerlo. A través del pase puedo influir en espacios a los que de otra forma no podría acceder.El pase no tiene sentido sin el otro o los otros, sin su apoyo desinteresado y el ofrecimiento continuado. Da sentido al juego sin balón, pues un pase cede y comparte el protagonismo con los demás. Invita y obliga a la participación de todos y llena los vacíos entre los jugadores. Acerca distancias e inventa redes de comunicación interna que permite la densidad de relaciones en el seno del equipo y la inclusión en el juego de todos.El pase hace potencialmente más peligrosos a los demás.Es orden y disciplina, pero también creamos juego con el pase. Imaginamos, sorprendemos y engañamos al rival. Reinventamos nuestro juego y nos permite cambiar de dimensión. Pasar bien y dominar sus fundamentos técnicos y tácticos es conseguir elevar el nivel de juego, es abandonar la mediocridad para buscar la excelencia. Dominar el pasar y hacerlo con pericia también es decidir, sorprender, engañar, innovar, concentración, ambición, arriesgar, valorar, proyectar, influir, organizar…Es ética y estética. Da sentido y criterio al juego de equipo y lo hace bonito.Una asistencia en tiempo útil es medio gol. La pérdida del balón es un gol en contra.Un buen pase medio segundo después ya no existe. Nos recuerda lo difícil de la perfección y que es la excelencia es un viaje continuado sin final. No hay término medio. Sólo hay dos formas de hacer las cosas: bien o mal.Un pase hace feliz a quien lo da, quien lo recibe y a quien lo ve, pues genera una filosofía, un concepto de juego que además de desarrollarse en la cancha contagia más allá del terreno de juego y transmite su espíritu a los que observan desde fuera.Un mal pase frustra una buena jugada y su historia posterior. Rompe una idea escrita con final feliz y se convierte en drama. Por eso es mejor no preconcebir ni predecir nada y sí, anticiparse, adaptarse o retardarlo si fuera necesario. Es aquí y ahora. Un segundo después ya no existe.Un buen pase convence, te invita a creer y cohesiona el grupo. Un mal pase crea incertidumbre, hace dudar y violenta al equipo.Por todo esto y alguna cosa más debemos enseñar bien a pasar. No a repetir un gesto, y sí a construir toda una filosofía de cómo entender y comprender a jugar en un deporte de equipo.Cuando Jordan llegó a los Chicagos Bull y le pregunto a Phill Jackson «que quería de él», éste le contesto: «Que hagas jugar a los demás». Qué magnífica lección de pase del un entrenador a uno de sus pupilos. Y parece que Michael aprendió.
By Luis Carlos Torrescusa